28 febrero, 2022

Análisis. ¿Por qué la izquierda francesa prácticamente no existe?

GERARD MIRET

El año 2012, François Hollande se imponía en las elecciones presidenciales francesas con los mejores resultados de la historia del Partido Socialista (28,63% de los votos en primera vuelta). La izquierda sonreía después de 10 años fuera del Elíseo: habían perdido las elecciones de 2007 y en 2002 se había producido el desastre del candidato socialista Lionel Jospin, que cayó en primera vuelta, pero que se leyó como un accidente aislado. Tan solo cinco años más tarde, en las presidenciales de 2017, se produjo el colapso socialista.

El candidato que pretendía suceder a Hollande al frente del Estado francés, Benoit Hamon, obtuvo los peores resultados del Partido Socialista (PS) desde 1969 (solo un 6,36% de los franceses apoyaron a su candidatura). La realidad en 2022 no es mejor para los socialistas franceses, pero tampoco lo es para el resto de candidatos de izquierda. ¿Cómo se produjo la debacle del Partido Socialista? ¿Cómo ha llegado la izquierda francesa a ser totalmente marginal en Francia?

El corresponsal en París por más de 20 años de The Independent, John Lichfield, apuntaba en un artículo publicado en el think tank británico Unherd, tres razones que resumen el desastre de la izquierda francesa: la irrupción de una fuerza centrista; las luchas cainitas dentro del partido socialista y la izquierda en general; y, finalmente, la aparición de nuevos clivajes que la izquierda todavía no ha entendido.

En 2017, el legado del presidente saliente, François Hollande, no ayudó a Hamond. La imagen que se proyectaba de Hollande en el libro publicado por su exmujer (Merci pour ce moment…), las políticas fiscales que castigaron duramente a la clase media y los índices de popularidad más bajos de la historia que ha tenido nunca un presidente de la V República no facilitaron el trabajo de Hamond. Aun así, su posición en las presidenciales de 2017 se escoró demasiado a la izquierda, lo que propició que el 50% de los votos socialistas fueran a Macron. Además, su posicionamiento tampoco contentó a los más radicales del Partido Socialista, lo que supuso una fuga de votos de alrededor del 25% hacia la candidatura de Jean-Luc Mélenchon, según una encuesta publicada por Harris en abril de ese año.

Detrás de estos resultados nefastos se esconde la división de la izquierda en un sinfín de partidos políticos. De hecho, de cara  a las elecciones presidenciales de 2022 hay 8 candidaturas de izquierdas; ninguna de ellas suma más del 10%. El Partido Comunista, antaño un actor político importante que llegó a obtener el 20% de los votos, obtendría ahora entre el 2% y el 3% de los votos, y la candidata del Partido Socialista, Anne Hidalgo (y actual popular alcaldesa de París), se quedaría por debajo del 5%, cuando Hollande recibió el 28,63% en 2012. Además, Jean-Luc Mélenchon estaría alrededor del 8%, el ecologista  Yanick Jadot en torno al 7% y Christiane Taubira, la última en presentar su candidatura, cerca del 3%.

Aunque todas las candidaturas se unieran en una sola oferta política, no llegarían al porcentaje de voto que las encuestas otorgan a Emmanuel Macron y su République En Marche (alrededor del 24%). Esta idea, la de una candidatura única, la puso encima de la mesa Anne Hidalgo el pasado mes de diciembre, pero fue rápidamente descartada por el resto de candidatos. Curiosamente, a raíz de esto nació una iniciativa ciudadana llamada Primarias Populares que emuló un proceso de primarias en la izquierda y que consiguió la participación de 392.738 franceses. Los resultados dieron como candidata ganadora a la ex ministra de Justicia, Christiane Taubira, lo cual dejó al resto de candidatos de la izquierda en una posición de debilidad todavía más acusada.

A pesar de la autodescomposición permanente de la izquierda francesa, quizá el hecho más relevante para comprender qué ha pasado sean los clivajes, tal y como apuntábamos tímidamente en este otro artículo. La izquierda aún no ha sabido entender cómo se mueve el electorado francés y, por consiguiente, no ha sabido adaptarse. Así como en 2012 el eje izquierda-derecha era el predominante en Francia, cinco años más tarde, en 2017 y, especialmente, en 2022 las cosas han cambiado.

En una encuesta publicada por Ipsos en septiembre de 2021 se dejaba patente que aquello con lo que más se identificaban los franceses en primera opción era «mujeres u hombres del pueblo» en un 28%, mientras que los ejes derecha (19%) e izquierda (14%) quedaban lejos de la primera posición. Además, si sumamos la primera y la segunda opción, los resultados son todavía más claros: un 44% se identificaba como «mujeres u hombres del pueblo» y solo el 27% con la derecha y un 21% con la izquierda. Tal como se puede observar en el gráfico adjunto, la paleta de identidades que dibuja la sociedad francesa es muy diversa y heterogénea y no responde, en ningún caso, al eje izquierda-derecha. A modo de ejemplo, los partidarios de la izquierda radical de La France Insoumise de Jean-Luc Mélenchón (46%) y del Partido Socialista (42%) se identifican más como «mujeres y hombres del pueblo» que los ultraderechistas de Ressamblement National de Marine Le Pen (40%).

Este mosaico de identidades cruzadas es aún más revelador si observamos las actitudes políticas de los franceses en función del partido al que votan. En otra encuesta de Ipsos de octubre de 2020 se establecían tres actitudes a partir de los cuales se ponía de manifiesto la caducidad del clivaje izquierda-derecha: la actitud hacia el liberalismo y los valores humanos, la actitud hacia los valores de igualdad y justicia social y la actitud hacia la relación con el mundo. Es interesante observar que la aparición de Macron rompe la división izquierda-derecha en los ámbitos del liberalismo y el humanismo (donde se acerca a los partidos de izquierdas) y de la igualdad y la justicia social (donde se acerca a los republicanos). En cambio, en la actitud en relación con el mundo, vemos un acercamiento de la izquierda y la derecha en relación al malestar y la desconfianza con el exterior que se contrapone a la actitud del electorado macronista.

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A modo de resumen, se podría decir que la división interna de la izquierda proyecta una imagen desordenada y de inestabilidad que no permite a ninguna oferta política conseguir una base de votos estables a partir de la cual empezar a crecer. Pero lo más dramático es la incomprensión de los nuevos ejes que mueven la sociedad francesa, que son heterogéneos e inestables y que ya no responden a los clivajes antiguos. En ese sentido, la izquierda lleva tiempo en fuera de juego incapaz de comprender y adaptarse a nuevos entornos más volátiles y que demandan nuevas recetas.


Autor: Gerard Miret (equipo ideograma)

Especial: Elecciones Francia 2022

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